SER MAMÁ TE HACE CAMBIAR .
CONOCE CUALES SON ESOS CAMBIOS.
Cuando nace un hijo no solo cambió tu vida, también una parte de tí. Adquieres habilidades que nunca habías tenido y tus prioridades y tu visión del mundo se transforman. ¿Sientes lo mismo ?
Primeros cambios en la maternidad
La primera vez que te das cuenta de que la maternidad iba a tener efectos irreversibles sobre tí (no en tu vida profesional o en tu cuerpo, sino en tu manera de ser y estar en el mundo)es cuando te encuentras en el paritorio.
El dolor de las contracciones y la preocupación acerca de la salud del bebé que estas a punto de ver por primera vez no impiden que te sientas llena de energía, muy feliz y extrañamente todopoderosa.
Te sorprenderá no experimentar miedo ni ansiedad, emociones que te han acompañado durante gran parte de tu vida adulta y que habían desaparecido por completo durante la gestación.
Mi cerebro, mi hijo y yo
Algunos estudios dicen que el cerebro de la madre disminuye durante el embarazo.
No os alarméis ni penséis que son oscuras teorías de viejos neurólogos del sexo masculino: las mismas tesis aseguran que a los seis meses de dar a luz el cerebro ya habrá recuperado su tamaño.Más aún: la madre tendrá mayor capacidad de concentración, será más inteligente y podrá amar mejor.
Parece ser que esta disminución transitoria de volumen ayuda a la reestructuración del encéfalo y aumenta las conexiones neuronales en ciertas áreas, especialmente las que se ocupan de la memoria emocional.
Áreas de protección y de eficiencia
La neuropsiquiatra Louan Brizendine, una de las mayores expertas en las diferencias cerebrales de hombres y mujeres, lo explica muy bien:
“Es un fenómeno relacionado con la secreción de hormonas que regulan los vínculos afectivos, cuyo efecto más sorprendente es el gran desarrollo del área de protección y de eficiencia”.
Es cierto que desde que soy madre me siento más eficaz y fuerte, más valiente y resistente, y también más sensible al dolor de los demás. Quizá porque tener un hijo no solo crea un vínculo con él, también un hilo que te une al futuro y te compromete con el mundo en el que ese niño ha de vivir.
Siempre alerta
Todas las madres reconocerán estas experiencias: despertarse ante el más ligero movimiento de su bebé, reconocer su llanto entre otros con los ojos cerrados, saber solo con mirarle que algo va mal o confirmar con un roce que se está poniendo enfermo.
Super poderes de madre
Esa sensación de que de repente has adquirido super poderes o un sexto sentido tiene una explicación biológica.
Cuando una madre toca a su bebé y éste la toca a ella, recibe información muy sutil, pero muy poderosa, sobre cómo es su pequeño, qué siente y cómo es su relación con él. Esto tiene un efecto a nivel cerebral y establece un vínculo especial entre la madre y el hijo.
Muchas cosas a la vez
¿Os suena? Trabajes o no fuera del hogar, tienes que hacer multitud de cosas y todas a la vez, establecer prioridades, ser más eficaz y resolutiva y tomar decisiones en décimas de segundo.
¿Quién dijo miedo?
¿Cuál es el secreto de poder atender a todo y no estar loca? Además de sacrificar el tiempo que antes te dedicabas a ti misma.
Cualquier madre es consciente del estrés que genera un recién nacido que necesita comer a menudo y que suele despertarse constantemente durante la noche.
Una mujer puede perder hasta 700 horas de sueño durante el primer año de vida de su hijo. Esta falta de descanso, sin el respaldo de un cerebro preparado para combatirlo, afectaría negativamente a su salud y a su capacidad de afrontar el día a día.
Afortunadamente, las neuronas que se encargan de la producción de la hormona oxitocina se reestructuran literalmente durante el parto y la lactancia. Y sus efectos pueden ser permanentes y proteger a la madre durante toda su vida.
Más valor y menos ansiedad
Además, un reciente estudio de la Universidad de Bonn (Alemania) confirma que gracias a la prolactina, que funciona a nivel cerebral como neurotransmisor, las madres son más valientes. En las que dan el pecho, por ejemplo, el nivel de esta hormona en sangre es hasta ocho veces superior al habitual.
La mayor parte de las hembras de los mamíferos son capaces de enfrentarse a animales mucho más grandes y fuertes, ofreciéndose como señuelos para despistar al depredador. También son capaces de arriesgarse más en la búsqueda de alimento para sus retoños. La causa es la reducción de la amígdala, la responsable de las reacciones de huída-lucha, que disminuye la respuesta al peligro.
Dosis extra de empatía
Unidas a la eficiencia organizativa y a la protección natural antiestrés, la capacidad de relativizar y la empatía también se intensifican con la maternidad. Para las madres es más fácil ponerse en el lugar del otro porque en su vida hay “otro” que forma parte esencial de su ser.
Para proteger a ese niño que aún no sabe expresarse, tienes que intuir cómo se siente y qué necesidades tiene. Por este motivo, , la maternidad fomenta las habilidades para el lenguaje no verbal, algo que parece muy razonable con bebés que no van a ser capaces de hablar hasta pasado un tiempo.
De repente adquieres una mayor habilidad para observar los sentimientos y emociones propios y ajenos, distinguir entre ellos y usar esa información para modificar sobre la marcha tus pensamientos y tus actos.
Aumenta nuestra inteligencia
La maternidad mejora la memoria espacial (de ahí que las madres siempre lo encuentren todo) y la rapidez a la hora de entender conceptos nuevos, lo que es de gran ayuda con los hijos, que experimentan muchos cambios en cortos periodos de tiempo.
Su vínculo con el mundo
Al convertirnos en madres nos transformamos no solo en la persona de la que depende la supervivencia de nuestro hijo, también en la que va a marcar la forma que tendrá de tratar con el mundo y con los demás.
Y para hacer bien esta tarea se necesitan super poderes.
El cambio de los papás
El nacimiento de un hijo también cambia al padre. Su cerebro segrega mayores cantidades de estrógeno, oxitocina, prolactina y glucocorticoides, que contribuyen a la instauración de relaciones afectivas.El roce hace el cariño y
es interesante observar que, cuanto más tiempo pasa el padre con su hijo, más aumentan sus capacidades afectivas.
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